Las exposiciones anuales de la Colección del Museo Ruso, además de mostrar valiosas piezas artísticas, son una ventana a la cultura, la tradición y la historia de Rusia. A lo largo de los siglos las guerras, al igual que las epidemias y las malas cosechas, han sido compañeras constantes de la humanidad. La exposición Guerra y paz en el arte rusoestá compuesta por 183 obras, que ofrecen una mirada completa, desde distintas perspectivas, sobre dos polos antagónicos y esenciales de la vida.
La creación y producción artística con tema bélico fue tan importante en Rusia que dio lugar a un género propio. En la Edad Media ya se podían apreciar en la pintura de iconos los motivos militares. Las iglesias y templos albergaban representaciones bélicas, como el ejército de guerreros liderados por el arcángel San Miguel entre otros motivos de origen religioso. Cuando Rusia se convierte en imperio, en el siglo XVIII, y se funda la Academia Imperial de las Artes de San Petersburgo en 1757, este género resurge con nuevas corrientes e influencias artísticas.
Creadores alemanes y franceses estrechamente vinculados con Rusia desempeñaron un papel destacado en la formación y el desarrollo de la escuela nacional de pintura de batallas. Entre ellos figuran Gottfried Willewalde, Theodor Horschelt, Aleksandr Kotzebue, Adolph Charlemagne, Franz Roubaud y Rudolf Frenz, destacando en el retrato militar el inglés George Dawe. Entre los escultores que se dedicaron a esta temática, fueron especialmente famosos Piotr Klodt y Yevgueni Lanceray. Se puede afirmar que ya en la segunda mitad del siglo XIX, los artistas rusos, relacionados sobre todo con la escuela realista, pasaron a ocupar un lugar preponderante en este género.
Las representaciones de las consecuencias nefastas de la guerra, destacando los aspectos cotidianos, son las más frecuentes durante esta época.
La I Guerra Mundial marcó un antes y un después en el desarrollo artístico, en todos los órdenes y disciplinas. En su percepción de la guerra, el pacifismo de Tolstói triunfó sobre otras corrientes. Su obra sienta algunas de las bases ideológicas que desembocarían en la Revolución de Octubre. Estos hechos dieron lugar a la construcción de una sociedad comunista y un gobierno liderado por Lenin. Durante este periodo, también se vieron impulsadas las corrientes vanguardistas y nombres destacados aparecen en escena, como Kazimir Malévich, Sofia Dímshits-Tolstaia, Aleksandr Labás, Izrail Lizak, Yuri Jrzhanovski, entre otros. A partir de la década de 1930, una vez agotado el impulso posrevolucionario, surge el arte del realismo soviético y, además de retomar el naturalismo, que se refleja en retratos de líderes y jefes militares, también se muestran escenas de la guerra civil que terminó con la victoria bolchevique.
Acontecimientos relevantes, como las batallas de Moscú y Stalingrado, la defensa de Sebastopol y el sitio de Leningrado, la toma de Königsberg y la de Berlín, entre otros, fueron representados por los artistas rusos más importantes de la época, como Yaroslav Nikoláiev, Nikolái Rutkovski o Aleksandr Rusakov.
La Gran Guerra Patria y sus consecuencias siguen vivas en el recuerdo de la sociedad rusa, y así se refleja en las obras Gueli Kórzhev, Borís Ugárov o Andréi Mílnikov, con el objetivo de reflexionar sobre lo acontecido y evitar que se vuelva a repetir.
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