30 octubre 2022
(18:00-20:00)
Lugar: Auditorio CMR
Entrada gratuita hasta completar aforo. Horario de recogida desde las 17 h.
Cuarteto integrado por integrado por Cecilia Blanes Coloma (Violín), Marta Chica Martín (Violín), Paula Sedeño Moreno (Viola) y Laura Ramírez Álvarez (Violonchelo)
En la génesis de este cuarteto destaca el especial interés por estar presente en los museos de la ciudad con una propuesta musical distinta y de calidad para cada espacio expositivo y aportar, desde el profundo conocimiento del repertorio universal, un trabajo que sirva para dinamizar musicalmente estos espacios desde el ámbito de la música clásica.
En esta ocasión, visitan la Colección del Museo Ruso con la obra para cuerda de dos grandes de la música clásica separados por el tiempo. Un certero programa compuesto por el Cuarteto nº1 en Fa Mayor, de L.V. Beethoven y el Cuarteto en Fa Mayor de M. Ravel, que cerrará el concierto.
V. Beethoven – (32 minutos)
I. Allegro con brio
II. Adagio affettuoso ed appassionato
III. Scherzo. Allegro con brio
IV. Allegro
______________pausa técnica______________
M. Ravel – Cuarteto en Fa Mayor (30 minutos)
I. Allegro Moderato
II. Assez vif, trés rythmes
III. Trés lent
IV. Vif et agité
Publicado en 1801, este Cuarteto de cuerda nº 1 de la Op. 18 fue dedicado a J.F. Lobkowitz, un noble de Bohemia amante de la música y notable violinista, mecenas a su vez y promotor de músicos como L. V. Beethoven. Escrito a lo largo de 1799, es el segundo cronológicamente de la serie, sin embargo por consejo del violinista y director I. Schuppanzigh, lo colocó al frente de la opus 18 por ser el más largo y el más brillante de los seis, con una vitalidad contagiosa. Mientras que la obra en general presenta una forma clásica de sonata, minueto y scherzo bitemáticos, cabe resaltar su segundo movimiento, el Adagio affettuoso ed appasionato en Re menor. Un movimiento de melancolía y que contrasta vivamente con el resto, teniendo en cuenta la inspiración de Beethoven en la última escena de la tumba de Romeo y Julieta por W. Shakespeare, apareciendo en uno de sus esbozos la anotación final “Los últimos suspiros”.
Ravel comenzó a trabajar en el Cuarteto en Fa a finales de 1902, bajo la influencia del Cuarteto en Sol menor de Debussy. Fue su primer gran éxito como compositor, aunque su presentación de la obra para un premio de composición provocó su expulsión (por segunda vez) del Conservatorio de París. Sin embargo, el público abrazó con entusiasmo al Cuarteto. La crítica se mostró dividida y cuando unos pocos sugirieron revisiones, el propio Debussy advirtió a Ravel: “En el nombre de los dioses de la música, y en el mío, no cambies ni una sola nota de lo que has escrito». El Cuarteto muestra una asombrosa madurez técnica en el manejo imaginativo y experto de los recursos de cuerdas, lo que augura deslumbrantes orquestaciones futuras. El Allegro de apertura cubre su forma de sonata con un lirismo exuberante mientras que en el movimiento virtuoso que sigue con los pizzicati, presenta la fascinación por el Lejano Oriente y su exotismo, así como la propia atracción del compositor por la música de Rimsky-Korsakov. Este hilo unificador de temas reciclados continúa hasta su brillante final.