MONUMENTO AL DESENCANTO


Un proyecto comisariado por Regina Pérez Castillo, con la participación de Pablo Capitán del Río, Luz Prado y Miguel Ángel Benjumea.

Monumento al desencanto es el proyecto artístico ganador de la primera edición del programa de comisariado y producción Vasos Comunicantes. Una beca de creación artística integrada en el programa de arte DKV ARTERIA y fruto de la colaboración entre la Agencia Pública para la gestión de la Casa Natal Pablo Ruiz Picasso y otros equipamientos museísticos y culturales y DKV Seguros y Reaseguros SAE, cuyo objetivo es promover proyectos que propongan lecturas o interpretaciones acerca de los universos expositivos de la Colección del Museo Ruso y del Centre Pompidou Málaga.

Este proyecto expositivo parte de un estudio crítico al monumento como género artístico, el cual ha estado históricamente al servicio del poder y la ideología de las élites dirigentes.

El monumento se encarga de exaltar en el espacio público a personajes o acontecimientos, proponiéndolos como ejemplo o referencia colectiva. La materialización del monumento depende, por tanto, de la existencia de líderes y grandes proyectos político-sociales más o menos emocionantes, más o menos deseables, pero, al fin y al cabo, capaces de atrapar a la masa. ¿Qué posibilidad monumental existe hoy día en medio de un panorama individualista, alejado por completo de la utopía social y en el que el desencanto político se ha instalado? En un mundo en el que las certezas del pasado y presente son puestas en entredicho y atacadas desde todos los frentes, ¿tiene sentido elaborar figuras de memoria estables?.

Monumento al desencanto propone una reflexión sobre la realidad monumental en la actualidad, sus posibilidades poéticas y su uso como dispositivo del poder a través de dos intervenciones artísticas elaboradas por Pablo Capitán del Río (Granada, 1982) y Luz Prado (Málaga, 1985), y cuyas creaciones han partido del asesoramiento teórico de Miguel Ángel Benjumea (San Fernando, Cádiz, 1982).

MONUMENTO AL DESENCANTO


Un proyecto comisariado por Regina Pérez Castillo, con la participación de Pablo Capitán del Río, Luz Prado y Miguel Ángel Benjumea.

Monumento al desencanto es el proyecto artístico ganador de la primera edición del programa de comisariado y producción Vasos Comunicantes. Una beca de creación artística integrada en el programa de arte DKV ARTERIA y fruto de la colaboración entre la Agencia Pública para la gestión de la Casa Natal Pablo Ruiz Picasso y otros equipamientos museísticos y culturales y DKV Seguros y Reaseguros SAE, cuyo objetivo es promover proyectos que propongan lecturas o interpretaciones acerca de los universos expositivos de la Colección del Museo Ruso y del Centre Pompidou Málaga.

Este proyecto expositivo parte de un estudio crítico al monumento como género artístico, el cual ha estado históricamente al servicio del poder y la ideología de las élites dirigentes.

El monumento se encarga de exaltar en el espacio público a personajes o acontecimientos, proponiéndolos como ejemplo o referencia colectiva. La materialización del monumento depende, por tanto, de la existencia de líderes y grandes proyectos político-sociales más o menos emocionantes, más o menos deseables, pero, al fin y al cabo, capaces de atrapar a la masa. ¿Qué posibilidad monumental existe hoy día en medio de un panorama individualista, alejado por completo de la utopía social y en el que el desencanto político se ha instalado? En un mundo en el que las certezas del pasado y presente son puestas en entredicho y atacadas desde todos los frentes, ¿tiene sentido elaborar figuras de memoria estables?.

Monumento al desencanto propone una reflexión sobre la realidad monumental en la actualidad, sus posibilidades poéticas y su uso como dispositivo del poder a través de dos intervenciones artísticas elaboradas por Pablo Capitán del Río (Granada, 1982) y Luz Prado (Málaga, 1985), y cuyas creaciones han partido del asesoramiento teórico de Miguel Ángel Benjumea (San Fernando, Cádiz, 1982).

Luz Prado

VOLVER A LA TORRE, 2020
Vídeo HD, color, monocanal, sonido.
12′

La propuesta artística de Luz Prado (Málaga, 1985) establece un diálogo directo con la pieza de Pablo Capitán. Si en el Centre Pompidou Málaga encontramos un contramonumento que encarna la irresponsabilidad del poder y, en consecuencia, la enfermedad y el dolor del pueblo, en la Colección del Museo Ruso hallamos todo lo contrario, una propuesta antimonumental que reivindica la querencia popular por un monumento local no intencionado: la Torre Mónica.

La Torre Mónica es un ejemplo de la intrahistoria monumental de Málaga. Esta antigua chimenea industrial, vestigio de la pretérita Fundición de Plomo “Los Guindos” (1923-1979) se convirtió en un hito popular cuando un vecino de la ciudad, José Carlos Selva, tras una discusión con su novia, escaló a la torre y realizó una pintada gigantesca con su nombre, “Mónica”. Este nombre marcaría por siempre la verticalidad de la chimenea y la convertiría en un monumento “elegido” por el pueblo. En 2007, el ayuntamiento de Málaga decidió restaurar la torre, eliminando, por supuesto, la pintada.

Ante dicha circunstancia, la ciudadanía reaccionó y protestó por la inminente pérdida de lo que consideraban un monumento suyo, creado por un vecino anónimo y con el que todos se sentían identificados. A pesar de ello, se puso en marcha el plan de restauración y aunque el nombre ya no es visible, la mayoría de los malagueños la siguen llamando así.

Frente a la barbarie del poder que Capitán propone con su “Pata de Elefante”, la performance de Luz Prado constituye una acción casi invisible y sutil en la que la artista hace sonar la voz susurrante de este monumento popular. Luz lleva a cabo un “escaneo sonoro del espacio”, arrastrando su violín por el contorno de la torre, extrae unos sonidos tenues y poéticos, dando la oportunidad al monumento de “hablar”, de contar sus vivencias de odio (como torre industrial) y amor (la historia de José Carlos Selva o el afecto de los malagueños). La interacción física entre la artista y la torre se convierte en un abrazo metafórico, un gesto de gratitud y reconocimiento. Un reencuentro.