La Colección del Museo Ruso ha presentado este jueves, con el patrocinio de Fundación Unicaja, la exposición ‘Utopía y vanguardia. Arte ruso en la Colección Costakis’, que reúne gran parte de los fondos del coleccionista greco-ruso procedentes del MOMus, Museo de Arte Moderno de Salónica, en Grecia. En esta ocasión, y por primera vez en España, se exhiben 470 obras de arte y un centenar de objetos de archivo originales que testimonian la pasión coleccionista de George Costakis, desarrollada en la Unión Soviética.
Comisariada por Maria Tsantsanoglou, directora del MOMus, ‘Utopía y Vanguardia. Arte ruso en la Colección Costakis’ ofrece la oportunidad de conocer el desarrollo del arte ruso del siglo XX, desde el simbolismo y el postimpresionismo hasta el suprematismo y el constructivismo. Destacan obras de artistas influyentes como Kazimir Malevich, Liubov Popova, Ivan Kliun, Gustav Klucis, Mikhail Larionov o Pavel Filonov, entre otros, y muestra cómo estos movimientos artísticos influyeron profundamente en la evolución del arte moderno.
A la presentación de esta muestra han asistido Francisco de la Torre, alcalde de Málaga; Mariana Pineda, concejala de Cultura y Patrimonio Histórico; Maria Tsantsanoglou y Epaminondas Christophilopoulos, directora y presidente del Consejo de Administración del MOMus, respectivamente; Aliki Costakis, hija de George Costakis; José María Luna, director de la Agencia Pública para la Gestión de la Casa Natal de Pablo Ruiz Picasso y Otros Equipamientos Museísticos y Culturales; y Emilia Garrido, directora de Actividades Culturales de Fundación Unicaja.
SIMBOLISMO Y CUBOFUTURISMO
El simbolismo y las tendencias postimpresionistas en Europa ejercieron una fuerte influencia en los jóvenes artistas rusos de principios del siglo XX, como lo demuestran los grupos Rosa Azul y Vellocino de Oro. Pintores como Vrubel y Borisov-Musatov introdujeron técnicas innovadoras en la composición y organización de la superficie pintada.
En 1910, el grupo de artistas conocido como Vellocino de Oro se disolvió y fue reemplazado por el grupo la Sota de Diamantes. Artistas como Malévich, Tatlin, Popova, Exter, Kliun, Larionov y Goncharova, entre otros, se asociaron con este nuevo grupo y exhibieron sus obras en sus exposiciones. Las pinturas de este periodo mostraban claramente la influencia de Cézanne, los cubistas franceses y el orfismo.
El cubofuturismo ruso, por otro lado, representó un desarrollo distintivo y autóctono, adoptando elementos del cubismo francés y el futurismo italiano, pero con una visión única y audaz que caracterizó el arte ruso de ese período. Artistas como Popova, Morgunov, Lentulov, Kliun, Udaltsova, Exter y Rozanova adoptaron, durante el período 1912-1916, elementos del cubismo francés, al tiempo que daban a sus composiciones un agudo sentido del movimiento al estilo de los futuristas italianos.
SUPREMATISMO
Kazimir Malevich, uno de los artistas más radicales de la vanguardia rusa, fue pionero en el suprematismo, un movimiento que buscaba la supremacía de la forma y el color sobre cualquier contenido figurativo. El suprematismo debutó en la exposición ‘Última exposición futurista 0,10’, celebrada en Petrogrado, actual San Petersburgo, en 1915.
El realismo de Malevich era el de una realidad fantástica «a la que uno debe llegar distanciándose de los aspectos visibles de la vida». Fundó el grupo ‘Supremus’, al que se unieron muchos artistas de la tendencia cubofuturista como Iván Kliun, Liubov Popova, Nadezhda Udaltsova y Olga Rozanova, y dirigió la escuela Unovis (Afirmadores del Nuevo Arte), una institución cuya misión era utilizar el arte para cambiar la percepción estética. La obra de Malévich, ‘Cuadrado negro’ (1915), se convirtió en el emblema del movimiento suprematista, representando tanto el fin del arte antiguo como el comienzo del nuevo.
CONSTRUCTIVISMO
El constructivismo ruso, una de las tendencias más importantes y el último gran movimiento dentro de la vanguardia rusa, hizo su aparición a principios de la década de 1920. Encabezado por figuras como Alexei Gan o Vladímir Tathin, exploró la relación entre el arte y la vida cotidiana. Los constructivistas se propusieron crear nuevas condiciones para la vida de las personas, con la ayuda de una nueva estética basada en la creación de formas y construcciones simples, lógicas y funcionales. La aplicación del constructivismo en la producción masiva de objetos cotidianos sentó las bases para el diseño contemporáneo y se llamó ‘arte productivo’.
Estos movimientos revolucionarios no solo transformaron la práctica artística en Rusia, sino que también dejaron una marca en el panorama artístico internacional, influyendo en generaciones posteriores de artistas y movimientos.
GEORGE COSTAKIS
Nacido en Moscú en 1913, George Costakis fue un coleccionista apasionado que, a pesar de no tener formación artística ni contacto previo con las creaciones modernas, desarrolló un agudo sentido estético. Su interés por el arte experimental ruso comenzó en 1946 tras quedar impresionado por una obra de Olga Rozanova. A lo largo de tres décadas, Costakis reunió meticulosamente una colección notable de la vanguardia rusa, rescatando numerosas piezas del olvido y la destrucción. Su dedicación fue tal que, aunque en Moscú lo consideraban un «griego excéntrico que compra basura inútil», estaba convencido de que «algún día la gente necesitará y aprenderá a valorar este arte».
Durante las décadas de 1960 y 1970, el apartamento de Costakis en Moscú se convirtió en un refugio para el arte prohibido de la vanguardia, funcionando como un Museo de Arte Moderno no oficial. Intelectuales y artistas aún recuerdan el famoso apartamento de la avenida Vernadskii, que atraía casi a diario a jóvenes pintores y estudiantes, diplomáticos y políticos extranjeros, artistas famosos, escritores y músicos. En 1977, Costakis regresó a Grecia, dejando parte de su colección a la Galería Tretiakov de Moscú. Murió en Atenas en 1990.
La otra parte, que consta de 1.277 obras, fue adquirida por el Estado griego en el año 2000 y se convirtió en la colección principal del Museo de Arte Moderno de Salónica. Además, la familia del coleccionista ofreció como regalo al espacio museístico su archivo, con importantes documentos del periodo de la vanguardia rusa, también presentes en esta nueva exposición.